Mujercitas y marcianos


Yo estaba en la cocina con su padre mientras ellas jugaban en el salón. Las oía reír y gritar relajadas.  Escuché que Lilian decidía leer a Aura Marcianos en calzoncillos, un álbum de Claire Freedman, con ilustraciones de Ben Cort, editado por Bruño, que a ella le gustaba mucho de pequeña. “Los dibujos tienen colores muy vivos, seguro que le gustan”, alegaba a favor de su elección.
 

Y así me las encontré, la mayor, de once años, leyendo el texto palabra por palabra, a sabiendas que los cuatro meses de su hermana no eran impedimento para hacerlo así, y mostrándole las ilustraciones tal como siempre he hecho yo con ella y como ha visto a hacer a los lectores de Entrelibros cuando nos ha acompañado al hospital. Y la pequeña riendo alborozada, alargando los brazos para cazar marcianos y pegarles un buen chupetón si alguno se descuidaba. Claro que Aura ya conocía al Señor Coc, y poco miedo le dan sus dientes, más teme él sus lametones. Igual que disfruta con las magníficas imágenes de animales que se transforman de la serie Veo, veo, de Guido Van Genechten, en Edelvives, cuyos álbumes puede manipular con mayor facilidad y que le provocan unas gozosas miradas de asombro.

Lilian, por su parte, acaba de disfrutar de Las brujas, de Roald Dahl, publicado en Alfaguara Infantil, que le recomendé fervientemente este verano y se dispone a iniciar la lectura de Mujercitas, el clásico de Louisa May Alcott, que le regaló mi madre hace unas semanas. También a mí me invitó a leerlo hace ya muchos años, igual que había hecho ella en su adolescencia. Así que las novelas pasan de una generación a otra, y otra más. Quizás Lilian se lo recomiende a Aura algún día. 
Y todo esto sucede de forma natural cuando se lee en casa, en familia, tal como los miembros de Entrelibros recomiendan hacer a las madres y padres que han acudido a los talleres organizados por la Asociación Aderes el curso pasado o en fechas más recientes por la Asociación Mamilactancia y por la Asociación de Pediatras de Atención Primaria de Andalucía. 
Por cierto, yo no sabía que los bebés, además del reflejo de succión, nacen con el maravilloso reflejo de pasar las páginas…
Nuria

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