Una historia de amor, libros y vida

Hace unos días hice un viaje muy especial a un pueblo de la provincia de Granada. Fui al encuentro de la madre de Álvaro, un niño al que durante casi dos años estuve leyendo en la sección de Oncología Pediátrica del Hospital Materno Infantil de Granada. Por respeto al dolor de la madre, Pilar, he postergado la narración de esta historia. Ahora, después de la visita al pueblo de Álvaro y de la larga conversación con su madre, puedo contarla. Ella me ha autorizado a hacerlo. No es fácil, sin embargo, escribir esta historia de amor, libros y vida.

Desde que entró por primera vez en el hospital, con seis años, hasta su fallecimiento, en julio del año pasado, estuve leyendo a Álvaro siempre que estuvo ingresado. Había muchas tardes en que debido al tratamiento no tenía muchas ganas de que le leyera, pero al final casi siempre sucumbía ante las historias que le ofrecía. Hubo muchas tardes de conversación y mucha complicidad entre él, su madre y yo. Tardes en las que, cuando llegaba y estaba dormido, su madre me pedía que entrase y hablásemos un rato. O, por mejor decir, yo simplemente escuchaba a una madre desahogar su estupor y su tristeza ante una enfermedad que no entendía por qué había afectado a su hijo. Sé que el consuelo de tener a alguien con quien compartir el dolor forma parte de nuestra actividad como lectores de la Asociación Entrelibros, especialmente en Oncología, pero con la madre de Álvaro mantuve una relación muy estrecha.

Siempre llevaba en la bolsa varios libros, que iba cambiando cada semana, pero nunca faltaba su preferido, que pedía escuchar una y otra vez. A pesar de que se lo sabía de memoria siempre sonreía al ver ciertas ilustraciones y siempre hacía algún comentario. Ese libro era Yo, de Philip Waechter.

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Me he preguntado muchas veces de qué modo emocionaba ese libro a Álvaro, qué zonas profundas de su mente se agitaban cada vez que lo escuchaba, qué clase de alivio o estímulo recibía. Lo que sí sé es que las palabras de ese libro le conmovían intensamente. Su madre, siempre presente, lo sabía y lo observaba. La historia del oso guapo, seguro de sí mismo, querido por todos, listo y valiente contribuía a mantener la sonrisa de Álvaro. La imagen del oso subido a la rama más alta del árbol más alto le gustaba especialmente y, sobre todo, el texto que la acompañaba: “En ocasiones, noto que soy algo muy especial”.

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Un día le regalé el libro a Álvaro, para que siempre lo tuviese con él, aunque prefería que yo se lo leyera.

Unos meses después de su fallecimiento recibí un correo de su madre diciéndome que yo estaba presente en la lápida de su hijo, pues una de las ilustraciones de Yo estaba inscrita en ella junto a la frase del libro que le hizo sonreír tantas veces. Su madre encontró un leve alivio en su profundo dolor dedicándole a su hijo un puzzle que recogía su breve biografía a través de las cosas más importantes para él: sus juguetes, las piedras que recogía en la playa, sus dibujos… Y junto a ellos, una ilustración de su libro preferido.

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Hace unos días, visité con Pilar la tumba de Álvaro y pude confirmar el inmenso amor que le profesaba a su hijo, la ternura con que había condensado en una lápida la vida de Álvaro. Y pude comprobar una vez más el poder de los libros, la fascinación que ejercen las historias. “Andrea, puedes utilizar esta imagen sin problema”, me dijo la madre. Un fuerte abrazo fue mi respuesta. Y con toda la delicadeza, el respeto y el amor del que soy capaz la reproduzco aquí.

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Andrea

17 opiniones sobre “Una historia de amor, libros y vida

  • El poder de los libros y la fascinación que ejercen las historias, en estos casos no serían nada,sin el inmenso poder de la generosidad y el amor con que tu y los demás voluntarios los llevais a las personas que más lo necesitan.

      • Gracias, querida Amalia, por tus palabras. Afortunadamente, hay muchas personas como nosotros y la historia es en verdad conmovedora. Un fuerte abrazo.

    • Gracias, querida Coco, por tus siempre cariñosas palabras. Para nosotros es muy importante saber que estás ahí, apoyándonos. Tú sabes lo que significa una tarde con libros y con cariño en un hospital. Un fuerte abrazo.

  • Maravillosa historia, contada con una gran humanidad como te caracteriza. Cuanta gente como vosotros, los que formáis el equipo de Entrelibros, hacen falta para amortiguar el dolor y mantener la esperanza.
    Un fuerte abrazo de cariño y admiración.

    • Muchas gracias, querida Mª Pepa, por tus cariñosas palabras. Tú bien sabes, pues lo has vivido con nosotros, lo que significa paliar el dolor en el Hospital Materno Infantil. Un libro, una palabra, una sonrisa o una mirada pueden hacer olvidar, a veces, el lugar en el que se encuentran. Un fuerte abrazo.

  • Tierna y emotiva historia que rezuma amor como antídoto frente al dolor desgarrado de una madre con un hijo enfermo que se marcha….
    Alvaro y su madre siempre estarán en nuestros corazones.

    • Cuánta razón tienes, querida Fabiola, esta historia siempre nos acompañará. Gracias a ti por compartir y vivir estas experiencias. Un fuerte abrazo.

  • Admin Admin,
    en mi larga experiencia, de 39 años como maestro de escuela,
    he vivido multitud de experiencias, similares a la tuya con Álvaro, basadas en la la lectura de libros, en voz alta.

    Es verdad todo lo que dices. El poder de la palabra, vivida en los labios del lector en voz alta, es inmenso.

    Desde aquí te envío mi abrazo emocionado, y espero conocerte pronto cuando me incorpore, por fin,
    a las actividades de ENTRELIBROS.
    Jesús Amaya

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    • Muchas gracias, querido Jesús, por tus palabras. Ya sabes que cuando quieras puedes incorporarte como lector en alguno de nuestros programas. Soy Andrea, la que cuenta la historia de Álvaro, pues creo que no te has dado cuenta. Un abrazo.

  • Muchas gracias, querida Susana, por tus emotivas palabras. La historia de Álvaro y su madre siempre me acompañará. Tú bien sabes que Yo ha sido siempre uno de mis libros preferidos y esta historia me demuestra que el oso guapo y feliz del cuento deja una profunda huella. Le daré a Pilar el beso que le envías. Un abrazo fuerte para ti.

  • Aunque solo he ido a leer al Hospital Materno Infantil un puñado de veces este año que termina, de la mano de Entrelibros, pude vivir la experiencia de cómo unas líneas de casi cualquier cuento relativizan el dolor en el cuerpo de un niño. Andrea nos relató alguna vez la historia de Álvaro… hermosa y triste a un tiempo. Leerla hoy y ver la foto de ese bonito puzzle han vuelto a emocionarme, así que en dicho estado agradezco la labor que hacen y el amor que reparten.

    • Gracias también a ti, querida Dulce. Sí es emocionante la historia de Álvaro y de su madre. En el hospital se viven muchas historias emocionantes día tras día. Los libros nos ayudan en nuestra labor. Un fuerte abrazo.

  • Andrea, qué experiencia… imagino tu dolor. Te considero muy valiente… no podría afirmar que yo fuese capaz de hacerlo…
    La labor que hacéis es inconmensurable y de una importancia vital. Gracias porque, una vez más, constato que hacéis mejor y más digerible este mundo,a veces tan cruel…

    • Querida Memes, no me considero valiente. Me considero una persona sensible al dolor y quiero que los libros sirvan para paliar y acompañar en esos momentos especiales. Creo que esa es la razón por la que continúo semana tras semana con los niños y sus familias en Oncología. Me acuerdo mucho de Alba y de sus sonrisas cuando le leía ‘Pequeño azul, pequeño amarillo’. Un fuerte abrazo.

  • Preciosa y emotiva historia, Andrea, gran labor la que realizáis desde la Asociación, enhorabuena. Saludos desde la Universidad de Alicante, un abrazo para ti y para Juan, os escribo un rato de estos

    • Muchas gracias, Ana, por tus palabras. En efecto, es una historia muy conmovedora y representativa del poder de los libros.

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